lunes, 16 de mayo de 2016

Texto de apoyo. Distopía: la “utopía perversa”

Una distopía, llamada también antiutopía, es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario— llevan al control absoluto; al condicionamiento o, incluso, al exterminio de sus miembros, bajo una fachada de benevolencia. A continuación realizaremos una breve historia de los orígenes y de las causas del surgimiento de las distopías; además informaremos sobre  las principales características de las obras distópicas; para luego finalizar, con ejemplos de sus manifestaciones literarias y cinematográficas.
 En primer lugar, en el siglo XX surge una crítica con respecto a las utopías políticas (cristianismos, comunismo, nacional-socialismo,etc.), esta señala que la felicidad y la virtud que se pretende alcanzar solo puede ser aseguradas por un control permanente de los ciudadanos en todos los aspectos de su vida, tanto pública como privada: si los hombres desean construir una sociedad justa e igualitaria, esa justicia e igualdad tienen que ser contraladas, es decir, los hombres tienen que ser obligados a ser justos e iguales. En este sentido, las utopías podrían conducirnos a un estado totalitarista de carácter real o potencial. Este temor que genera una sociedad totalitarista y controladora da origen a las llamadas antiutopías o distopías cuyo planteamiento reside en que el deseo de instaurar la perfección puede llevarnos finalmente a su contrario.

En segundo lugar, como lo hemos podido apreciar, las distopías muestran sociedades totalitarias, represivas, deshumanizadas, afectadas por grandes sistemas tecnológicos y mecanismos de control, donde las libertades son encarceladas y anuladas, donde los sujetos son manejados y obligados a formar parte de un engranaje, omnipresente y cruel. En este sentido, las distopías sirven como críticas sociales en la medida en que reflejan como grandes espejos los sitios más oscuros e indeseables del desarrollo de la humanidad. Son sátiras que con sus imágenes advierten sobre los peligros a los que conducen los extremos y que están ahí para alentar a los sujetos como portadores del cambio que es necesario emprender para torcer el rumbo de sus destinos. 

En tercer lugar, la construcción de sociedades distópicas se han manifiesta en la literatura y en el cine. Por una parte, en la literatura, son claros ejemplos "1984" y “Rebelión en la Granja” de George Orwell, "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, o "Fahrenheit 451" de Ray Bradbury, por nombrar sólo algunas de una lista que es muy larga. Género que si bien es inaugurado por Zamiátin ya había sido apuntado por autores como H.G. Wells, con novelas como "La máquina del tiempo" escrita en 1895. Por otra parte, estas historias, en su mayoría, han sido adaptadas al cine por grandes directores, junto a míticas películas del género, tales como "Metrópolis" del director Fritz Lang, "Alphaville" de Jeanc Luc Godard,  “Fahrenheit 451” de  François Truffaut, "THX 1138" de George Lucas y "Brazil" de Terry Gilliam .
En conclusión, las distopía son literatura política, son crítica social, son un arma cargada de futuro. Exceptuando su carácter ficcional, comparten con la historia el intento de redimir el tiempo por venir. Pero su naturaleza ficcional es sólo una licencia poética para lograr un mayor efecto. Mostrándonos lo que podría llegar a suceder, nos impele a arrancar de raíz los elementos autoritarios y totalizadores que, bajo la apariencia de una maleza inofensiva, crecen y se propagan en la actualidad. La distopía nos da a probar el fruto amargo de una semilla que ya ha sido plantada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario